De estar a punto de ser despedido de la saga más taquillera del momento por falta de abdominales a ser la estrella mejor pagada de Hollywood sólo hay un paso, o más bien un par de meses de gimnasio, una dieta adecuada y muchas ganas.
Taylor Lautner tiene garantizado su puesto como Jacob en la saga Crepúsculo, eso ya nadie lo duda, tiene ya hasta su propio muñeco Mattel (si alguien sabe si se ha vendido más que el de Edward o el de Bella, que me digan, me ha entrado una curiosidad malsana).
Taylor Lautner tiene garantizado su puesto como Jacob en la saga Crepúsculo, eso ya nadie lo duda, tiene ya hasta su propio muñeco Mattel (si alguien sabe si se ha vendido más que el de Edward o el de Bella, que me digan, me ha entrado una curiosidad malsana).
El caso es que lo de hacer de lobo y ponerse cachas le ha servido de trampolín, pero a lo bestia.
A sus 17 años, Taylor Lautner es el niño bonito de los estudios. Y, sorprendentemente, ha conseguido superar a las demás estrellas adolescentes, incluso a las de Disney, desde Hannah Montana a Zac Efron, en lo que importa, en los cheques que se lleva a casa.
Se acaba de saber que cobrará 7.5 millones de dólares por su próxima película, que empezará a rodarse en abril.
Northern Lights, dirigida por John Moore (el de Max Payne) es la historia de cuatro pilotos de acrobacias que compiten contra otros por ser los mejores del mundo. Se había dicho que Tom Cruise también participaría en el proyecto, que él era el padre del personaje de Lautner, pero eso era solamente un rumor.
Me alegro por Lautner. Él es el único de los crepusculitos que hace un esfuerzo y que no se comporta como un adolescente sobrado, pese a su edad: sonríe en las entrevistas, va medianamente limpio a los estrenos, se viste como si tratara de causar buena impresión a los padres, etc. A él parece importarle currarse esto del éxito.
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